Precisamente estos días los he pasado en familia, con mi abuelo de ochenta y cuatro años que prefirió venirse conmigo en el coche dos días más tarde que ir con alguno de sus hijos a pasar el puente completo y todo esto porque él es una persona que siempre le ha gustado estar rodeado de campo, animales. Todas las mañanas pasa un rato envuelto de lo que más le gusta, de la Naturaleza.
Por el camino me decía los pocos campos que van quedando, la sequedad de las tierras porque apenas ha llovido este otoño, las que se ven claramente que están trabajadas por la mano del hombre y las que las máquinas lo hacen todo. Antes me decía que se ayudaba de los bueyes, mulas y borricos para trabajar el campo. Aunque no se vivía tan cómodamente como ahora y no había tantos progresos, me cuenta que la calidad de los alimentos era mejor, "El tomate sabía a tomate de verdad", "Los huevos de gallina de corral, de la yema colorá".
Pues bien, eso de venirse dos días más tarde conmigo, es por la sencilla razón de que no puede dejar tanto tiempo sin ir a su campo, a echar de comer a sus gallinas, de ver a los pavos reales que adornan con sus bellas colas azul pavo la tierra, la recogida de los huevos, que tanto gustan su sabor por su llama naranja intensa y que salen tortillas bien hermosas.
Creamos seres programados, que terminan consumiendo grandes dosis de antidepresivos o alcohol para soportar el encerramiento y la claustrofobia de vivir en el seno de la sociedad occidental que cuida el bienestar material pero descuida el alma de las cosas y las personas.
Imagino que nadie es totalmente libre en la civilización, este tema de libertad es bastante difícil de desarrollar. Es verdad que en las ciudades, pueblos, estamos más atados a todas las leyes que nos imponen, para tener bienestar, tienes que tener dinero, y así formar una familia, comprar alimentos, medicamentos, escuela, coche...Y todo esto es posible si tienes trabajo y poder pagar todo lo que nos obligan.
¿Si viviéramos en la selva y no en la ciudad, qué cambiaría? Pienso que no cambiaría nada, el hombre lleva dentro de sí mismo la avaricia y poco a poco iría talando árboles y destruyendo la Naturaleza hasta convertirla en lo que es ahora mismo nuestra sociedad, una cárcel.
Quizás si naciéramos en la selva como Tippi, si seríamos libre, porque estaríamos arraigados a esa tierra, a todo lo que nos rodea, a la manera de vivir.
La sociedad nos invita a que seamos seres programados, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos así un día y otro, eso, los niños lo ven en sus padres y ellos actuarán de igual forma.
El otro día sin ir más lejos, trabajamos en el Mercado Medieval y Navideño con talleres de manualidades para los niños y niñas y observé como un padre le decía a su hija, "Date prisa en colorear eso que es Viernes, estoy muy cansado de trabajar y hoy no me he sentado en ningún momento" Mi respuesta fue directa: ¿También estás programando a tu hijo un tiempo para colorear? Siendo actividades gratuitas y libres.
Otra madre indicándole a su hija como debía de colorear la mandala, y se veía claramente como la niña quería imponer sus propios colores.
Para terminar y no alargar más este post, no ahogar la creatividad del niño, vamos a dejar que por sí solo descubra sus inquietudes y actúen tal y como son, sencillamente niños.
Prefiere la luz de su hogar, el cielo, el color de sus raíces, la tierra, el sonido del amanecer, el "Ki, kiriqui".
Tippi es la protagonista de este post, una niña que nació en Namibia y pasó su infancia allí concretamente nueve años. Los padres se separan y la llevan a vivir a París. Empieza a ir a la escuela y siente que ha dejado de ser libre, añora su tierra, el cielo, hablar con los animales. Arrebatar algo muy querido siempre es doloroso y Tippi era un pájaro en libertad que le cortaron las alas.
Esta historia la comparo con mi abuelo porque pienso que ambos comparten la Naturaleza y la trasladan a sus vidas como mayor fuente de riqueza que puedan tener.
Esta niña cuenta José Luis que de mayor volvería a su tierra africana, a sus raíces. Pienso que esos nueves años ha sido parte de su vida y que siempre puede reemprender a esa vida que le arrebataron.
Reprimimos el salvaje que está dentro de cada niño, y esto crea una profunda neurosis que se puede percibir en la adolescencia donde seguimos encerrándolos en centros con verjas y siete llaves. Falta esa mágica relación con la naturaleza y el sentimiento de libertad que debería haberse experimentado en algún momento. JLGV.
Creamos seres programados, que terminan consumiendo grandes dosis de antidepresivos o alcohol para soportar el encerramiento y la claustrofobia de vivir en el seno de la sociedad occidental que cuida el bienestar material pero descuida el alma de las cosas y las personas.
Imagino que nadie es totalmente libre en la civilización, este tema de libertad es bastante difícil de desarrollar. Es verdad que en las ciudades, pueblos, estamos más atados a todas las leyes que nos imponen, para tener bienestar, tienes que tener dinero, y así formar una familia, comprar alimentos, medicamentos, escuela, coche...Y todo esto es posible si tienes trabajo y poder pagar todo lo que nos obligan.
¿Si viviéramos en la selva y no en la ciudad, qué cambiaría? Pienso que no cambiaría nada, el hombre lleva dentro de sí mismo la avaricia y poco a poco iría talando árboles y destruyendo la Naturaleza hasta convertirla en lo que es ahora mismo nuestra sociedad, una cárcel.
Quizás si naciéramos en la selva como Tippi, si seríamos libre, porque estaríamos arraigados a esa tierra, a todo lo que nos rodea, a la manera de vivir.
La sociedad nos invita a que seamos seres programados, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos así un día y otro, eso, los niños lo ven en sus padres y ellos actuarán de igual forma.
El otro día sin ir más lejos, trabajamos en el Mercado Medieval y Navideño con talleres de manualidades para los niños y niñas y observé como un padre le decía a su hija, "Date prisa en colorear eso que es Viernes, estoy muy cansado de trabajar y hoy no me he sentado en ningún momento" Mi respuesta fue directa: ¿También estás programando a tu hijo un tiempo para colorear? Siendo actividades gratuitas y libres.
Otra madre indicándole a su hija como debía de colorear la mandala, y se veía claramente como la niña quería imponer sus propios colores.
Para terminar y no alargar más este post, no ahogar la creatividad del niño, vamos a dejar que por sí solo descubra sus inquietudes y actúen tal y como son, sencillamente niños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario