miércoles, 23 de octubre de 2013

Una historia..

El día 16 de Septiembre empezamos con el taller creativo de escritura, hoy ha concluido este taller y todos hemos coincidido en que se nos ha hecho cortísimo, que nos hemos quedado con ganas de más, se lo hemos dejado caer al profe y yo creo que lo hemos convencido y se alargará este precioso taller del que todos estamos muy satisfechos de los trabajos realizados.
En esta nueva entrada quiero escribir una historia..que salió en uno de los ejercicios de escritura y esto fue lo que salió:

Era una tarde de invierno como otra cualquiera, las calles estaban mojadas porque dos horas antes había caído un gran aguacero. Se respiraba a limpio, a "tierra mojá".
Y como siempre, como cada tarde, había una lucecita encendida en el piso de color verde agua, era un 4º, la última planta. A través de la ventana con visillo estampado "vitage" se podía divisar por su transparencia la silueta de una muchachita, alta y delgada, ahí estaba ella, en su habitación para sentarse en su cama y despojarse de sus botas de agua sin trabajo alguno, ya que sus piernas flacas se resbalaban con naturalidad. En un mueble color púrpura con puerta de cristal guardaba su ser más preciado, "como oro en paño", las zapatillas de estar por casa. Escuchó un ruido y se levantó sobresaltada, y es que había puesto agua a hervir para tomarse un café pero se había consumido, diciendo: ¡Vaya tela, qué fastidio! Abrió la puerta de la nevera y cogió un poco de zumo helado de fresa  y como todas las tazas las tenía sucias, alcanzó de la estantería una copa de champán que reservaba para las ocasiones más especiales, llenándola a ras. Para picar, volcó en un cuenco aceitunas negras llevándoselas a la boca de forma descarada.
El reloj marcaba las ocho de la tarde, tenía mucho tiempo hasta la hora de dormir, así que se dirigió con la copa en la mano a su coqueto y acogedor salón para poner música, todo iba como la seda o eso mismo pensaba ella: ¡Una tarde como otra cualquiera!


Mientras escuchaba música relajadamente se acordó de que en su mesita de noche guardaba una cajetilla de cigarrillos, cogió uno y lo encendió. Desde la ventana podía observar la plaza, estaba mojada y empezaba a caer los primeros copos del invierno, creando una gran alfombra blanca. Ella suspiró diciendo en voz alta e inmersa en una nube de humo: ¡Hoy no vendrá, hace mucho frío! Pero cuando desapareció la nube que le hacía toser, se fijó que estaba sentado en el mismo banco de siempre, vestía una rebeca que parecía ser muy suave y calentita de color azul, una gorrilla gris algo pelusona de esas que te hacen cosquillas en la nariz o te hacen estornudar y unos pantalones de pana gruesa burdeos. Siento a veces su mirada, su presencia y el corazón me arde enérgicamente, ¡Cuánto daría por invitarle a subir, a sentir sus manos y acurrucarnos mutuamente sintiendo el calor de nuestros cuerpos! ¿Pero cómo hago para llamar su atención? ¡Estamos tan lejos uno del otro! Sin darse cuenta el vaho que arrojaba empañó los cristales y ella hizo uso de su puño para limpiarlos y visualizar mejor, con la sorpresa que ya no estaba sentado en el banco. Ella volvió al salón y justamente al lado de la puerta de entrada tenía una estantería de color cobre, muy antigua, herencia de su abuela, repleta de libros de todos los colores. Se quedó un rato pensativa mirando todos sus libros y notó, como temblaba la puerta de cristal. Esto ocurría con asiduidad con todo lo que estuviera cerca de la puerta. Ella sentía algo especial cada vez que pasaba eso, un escalofrío le recorría todo su cuerpo. Esa tarde que para ella iba a ser como otra tarde cualquiera, dio un giro a toda su vida. No le dio tiempo sentarse en su sillón color mostaza cuando escuchó unos golpes muy tímidamente en la puerta. ¿Quién podría ser a esta hora? Ella abrió y vio en el suelo muchas pelusitas de color gris que le hacían estornudar sin parar y un hilo enganchado en el pomo de color azul, fue siguiéndolo hasta chocar pecho contra pecho con él.


















2 comentarios:

  1. Un escrito muy otoñal. Enhorabuena. Creo que deberíamos escribir todos los días un poquito, así ejercitaríamos este noble arte. Intentaremos seguir llevando a cabo ese taller de escritura.
    Un saludo:
    GRK

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  2. ¡Muchas gracias! Me gustaría que se hiciera un taller de escritura 2ª parte, jeje. La verdad que se aprende bastante, por lo menos en desarrollar la imaginación. :)

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