Elegí al azar de un total de diez corrientes pedagógicas en Educación Infantil teniendo la gran suerte de que me tocara la Escuela de Reggio Emilia, con un profesional pedagógico, periodista, e impulsor del teatro y vida cultural de la ciudad de Reggio Emilia (ciudad en el norte de Italia) Loris Malaguzzi (1924-1994).
Quizás ya habéis leído o escuchado algo de esta corriente pedagógica y yo aquí en esta nueva entrada no voy a poner datos que no encontréis buscándolos en internet, pero si podéis encontrar mi punto de vista, frases interesantes o estas palabras de Loris Malaguzzi sobre los cien lenguajes del niño:
El niño tiene
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien, siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.
Le hablan:
de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar y no hablar
de entender sin alegria
de amar y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.
Loris Malaguzzi
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.
Le hablan:
de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar y no hablar
de entender sin alegria
de amar y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.
Loris Malaguzzi
L. Malaguzzi hace "una escuela amable", activa, inventiva, habitable, documentada y comunicable; un lugar de investigación, aprendizaje, cognición y reflexión, en el que se encuentran bien los niños, los maestros y las familias.
El niño es el protagonista, él construye su realidad y conocimiento, relacionándose con los iguales y con los adultos, y lo hace de forma libre y creativa.
Por parte del maestro/a el enfoque de Reggio Emilia es una "pedagogía de la escucha" en lugar de una pedagogía del decir.
Las cosas de los niños y para los niños se aprenden solo de los niños.
Mañana me toca exponer esta corriente que tantos educadores deberían de tener en cuenta en sus clases. Arriba uno de los dibujos que he realizado para la exposición, representa una pizarra enorme y cuatro niños, cada uno de una manera diferente, libres, Haciendo y Creando y por su puesto Felices. Punto importante y tan olvidado, la felicidad. Si no eres feliz en la infancia, ¿Lo serás en la vida adulta? Malaguzzi le da importancia a su infancia, a la casa donde se crió, un lugar importante de formación, en la conciencia de felicidad, de lo permitido y lo prohibido.
Y, qué verdad es, que lo que se aprende de pequeño es lo que se hace de mayor, por ejemplo si en casa a la hora del almuerzo es por costumbre comer todos juntos, de mayor te gustaría que fuera así, crear un hogar con un ambiente familiar donde todos aprendemos de todos, la mamá aprende de su hijo y viceversa o este de su hermano pequeño y este de un adulto, etc.
Pues Malaguzzi decía que: Las cosas de los niños y para los niños se aprenden solo de los niños y Malaguzzi enviaba a los maestros/as a las escuelas para que aprendieran de los alumnos, observándolos.
Pero parece que a los adultos les encanta ser ellos el centro de atención, algo egocéntricos "desde mi punto de vista" y en vez de escuchar, no paramos de hablar bla bla bla...Deja que el niño/a hable y no le digas que calle.
Esta entrada no tiene fin si no le pongo el fin, así que mañana será un gran día de grandes corrientes pedagógicas y aún así las olvidamos y las borramos de la historia pero para todos mis compis, para el profe y para mi, las reviviremos sintiéndonos orgullosos de ello.
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